lunes, 8 de marzo de 2010

Manos de hielo

Manos de hielo que huelo, escucho, veo, saboreo

Pero que aun no siento.

Manos de hielo tan lisas como el viento

Manos de hielo, cálidas como aliento.

Pero no temo.

Manos de hielo, no temo tocarlas

sentirlas, besarlas.

Manos de hielo, no pierdo el anhelo.

Manos de hielo, yo creo en el cielo.

Yo creo en ti, eso es cierto.

Manos de hielo que me pulverizan.

Manos de hielo que no me abrazan aun, y me hacen trizas.

Manos de hielo, yo las quiero.

Quiero tenerlas por siglos y milenios.

Manos de hielo que aun no siento y ya me queman.

Manos de hielo, me derriten desde dentro.

domingo, 7 de marzo de 2010

Silencio

El ruido persiste, no cesa y no se quiere ir; no se va hasta que lo entienda.
El escritorio tiembla, se desintegra, y yo, me paralizo. Esperando recibir la respuesta. Todo desaparece, la nada surge. Y el ruido permanece en la nada. (entonces, no hay “nada” pero no hay “todo”. ¿Qué queda? No es el silencio. Es el ruido.
El ruido de mi pasado que intenta poseerme. El ruido de mi futuro que me jala como si estuviera en el vórtice de un agujero negro. Y el ruido en pasado y el ruido en futuro. Pero en este instante, en mi presente: silencio.
¿Qué me quiere decir el ruido?, entre tanto alboroto, entre tantos murmullos que no se distingue ninguno, entre tanta gente que viene y vino.
Creo que lo sé.
Y si lo creo, es.
Quiere llenar el silencio. Pero no porque está vacio, si no porque desea destruirlo. Terminar con él.
La respiración se agita y se desconcierta.
El agua se evapora y el aire se inunda. Y el ruido me persigue. Hasta que me quedo y permanezco en el presente, ahora. Nada. Todo. Amor. Yo. Ella. Él. Tú. Todos. Nadie.
Silencio.